Mi sensación de vacío y mi problema de identidad cuando tenía 19 años.

Siempre con la sensación… Esa sensación de estar esperando algo. A comenzar, a surgir. El no pensar que mis limitaciones son tan manifiestas como parecen. Y resignarme pensando «Ya saldrá todo lo demás, lo que cuenta». Cuando la verdadera realidad es que quizás no aparezca nunca esa realidad. Porque tal vez sea fruto de la imaginación.

¿Y cómo saberlo? Quizás para ello necesitaría formar parte de esa realidad imaginativa. La cual, por otra parte, me resulta tan preeminentemente empírica en un futuro que no puedo rechazar de forma tan fácil. No sé dónde van a quedar mis esperanzas. Pues, de seguir así, descubriendo que mi intelecto se debate entre tinieblas, no habrá otro remedio que abandonarlas. Abandonar esas esperanzas que, al menos, durante un par de años me han estado persiguiendo y reiterando su disparatada convicción: que mi resurgir, renacimiento (o como se quiera llamarlo) está aún por llegar.

No creo que pueda llegar a pensarse en una especie de prepotencia en todo ello. Y, sin embargo, en cierto modo me doy a mí misma esa horrenda sensación. Sobre todo, y de índole ligeramente distinta, al escribir de esta manera tan aparentemente pretenciosa, fruto del juego lingüístico, meramente superficial. Pues más tarde me veré reflejada y consideraré egoísta y casi hasta humillante rellenar hojas en blanco con objeto de desahogarme o, incluso, pasar el rato. Es de esta forma como se confirma el fracaso del esperado resurgir. Se manifiesta aquél vacío que llena mis pensamientos, cuando difícilmente se dejan ver.

A muchos parece atraernos lo raro, pero también se ve que no en el mismo grado ni en la misma forma. Si esto responde a motivos psicológicos, me gustaría saber en qué lugar quedaron anclados los míos. De niña no fui aislada, sino sociable y hasta popular. Hasta qué punto, alguna fuerza extraña y semidesconocida ha podido torturarme y reconvertirme (ya ves, mi primer «resurgir»…) me resulta muy misterioso.

Es siempre el mismo problema: cómo tenerme a mí misma como objeto de conocimiento si yo misma soy mis límites de posibilidad de conocimiento. (…) Pero, realmente, ¿me puede decir alguien por qué me atrae lo raro más que nada y por qué, aunque me empeñara, yo no podría ser rara verdaderamente?

(Texto escrito por mí misma el 21/11/05).



Categorías:Auto-reflexión

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1 respuesta

  1. Es lógico que lo raro llame-atraiga la atención; lo vulgar no.

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