Es probable que durante un cierto tiempo esté parada tanto aquí en el blog como en las redes sociales (Twitter y Facebook). Poca gente lo sabe, pero este año no he salido a la calle mucho, y estoy bastante desconectada de las noticias del mundo. No enciendo televisión ni radio. Estoy concentrada y obsesionada con escribir y leer para retomar mi trabajo y reincorporarme laboralmente. Se ha complicado la cosa con el consumo de cocaína. Para poder empezar a recuperarme tengo que volver a salir a la calle, hacer esfuerzo por (re)construir mi vida social (y familiar…). No sé con certeza hasta qué punto podré o no escribir (leer me cuesta muchísimo más), ni cuánto tiempo tardaré en volver (si es que «me voy»). Mi itinerario terapéutico también pasa por empezar a crear un GAM con (de momento) otras dos personas que he conocido por Facebook y que interactuamos en nuestro propio «GAM virtual» o «GAM en la distancia». Porque somos los únicos de la misma ciudad.
Todo esto es muy bonito y, si se materializa, seguro que empezará a mejorar mi vida. Una vida sana, no destructiva, «limpia». Sin embargo, esta entrada la he creado para decir que donde otros ven fealdad, marcas feas, cicatrices que molesta mirar… yo percibo belleza. Porque cada cicatriz es un momento de alivio del dolor psíquico. Porque reivindico la belleza de lo feo, de lo autodestructivo. Y si lo hago se debe a que entonces no disponía de otros recursos para afrontar mi angustia. Como mi familia sí se angustiaba, he utilizado otras técnicas de autolesión sin dejar marca que no voy a mencionar aquí para no dar ideas a nadie.
Estoy orgullosa de mis cicatrices. No me molestan. Ni soy ni quiero ser perfecta. Adoro las imperfecciones.
Por si acaso, la foto la he puesto en blanco y negro para las miradas más sensibles.
Hasta pronto, espero…
Categorías:Auto-reflexión
Me parece valiente lo que has escrito. Y, sobre todo, pedagógico. He aprendido contigo lo que dicen las marcas de la piel. Gracias.
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Yo sigo aquí: por face, insta y messenger.
Apoyo tu decisión.
Besotes y un super abrazo.
Segovia sigue esperándote.
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Creo que nunca entenderé lo que pasas tú y miles de otras personas, todo el proceso de empezar en las drogas, volverse adictos y luego querer salir de ellas. Si bien habemos muchos que los criticamos por el hecho de no entender qué es lo que los conduce hacia ese camino y no me refiero a fumarse un porro como la marihuana, sino a entrar en cosas más duras, sintéticas y sabemos que no todos tienen la misma situación, ni crianza, ni medios económicos, pero en temas de drogas parece que todos son iguales, aunque por distintos motivos, sin embargo también somos muchos otros que deseamos que salgan de ahí y que puedan recuperar el control de su propia vida.
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Valiente y sincera, antropologa. Está bien reivindicar aquello que, aunque inaceptable a los ojos del mundo, es tu agarradera en el dolor. Pocos saben cuál es vuestro mundo. Aqui estamos algunos dispuestos a apoyarte. Coraje, valor, humildad y perseverancia. Un abrazo
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Gracias, sinceras gracias por esas palabras de comprensión.
Otro abrazo.
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Mmm… Con ese nombre “tertulia de enfermeras…”, y con ese comentario, me huele a “cuidadora”. Típico de libro, de mamá, de profesional progresista y de normal renormal buena onda.
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Buena entrada, muy inspiradora.
Sigue así.
https://rosaamarillablog.wordpress.com
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Gracias Rosa.
Miraré tu blog, que ya el título es sugerente.
Abrazos.
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A mí me gustaría estar orgullosas de ellas. Sin heridas de guerra. Algún día, yo también vencere en la última batalla a mis monstruos internos y me sentiré a gusto con ellas. De momento, la guerra va para largo. Los monstruos internos cuentan con refuerzos externos humanos cercanos con nombres y apellidos que vienen con armas de destrucción masiva. De momento ya puedo dormir por las noches sin pesadillas con medicación. Ahora falta dar el mismo paso en la vida consciente y librarme de ellos. La medicación me está ayudando a dormir sin pesadillas y a la concentración. Sigo lesionandome en momentos de estres, pero la psicóloga dice que mi entorno es muy tóxico y es una válvula de escape. La pobreza me impide salir de este círculo vicioso, pero algún día lo lograré.
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