¿Qué es el trastornariado?

Llevo tiempo utilizando la expresión de trastornariado sin haber explicitado ni estructurado su significado en profundidad. Hasta el momento ha sido utilizado como una idea proclamática, que he dejado caer por aquí y por allá, en las distintas redes sociales y en alguna entrada del blog. Y su significado quedaba sugerido o podía ser inferido hasta cierto punto por la lectora. En varias ocasiones mencioné que debía desarrollar el concepto en un texto monotemático. No resulta fácil, pues diría que todavía estoy en una fase de elaboración inicial. Pero es bueno exponer un primer esbozo porque algunas de vosotras os animáis a comentar, a criticar, me interpeláis… y me ayudáis a (re)pensar. Así, desde que hay quienes se me presentan en privado como «parte del trastornariado», mientras que otras me solicitan mayor desarrollo en conversaciones privadas, he decidido intentar clarificar algunos aspectos. No voy a ser exhaustiva, en este momento de mi vida no puedo componer un texto mucho más completo. Pero trataré de asentar los fundamentos elementales a partir de los cuales continuar reflexionando (en conjunto, si os apetece).

 

1. ¿POR QUÉ BASARSE EN EL TRASTORNO?

El trastornariado nace sin duda de personas trastornadas. No locas ni psiquiatrizadas. Es cierto que existen en el discurso activista los conceptos de Orgullo Loco y de Psiquiatrizadas En Lucha. No creo que sea preciso, a estas alturas, explicitar el rechazo del término «enfermedad mental». Pero, por si acaso existe alguna lectora poco familiarizada con el activismo loco, me limitaré a señalar nuestro absoluto rechazo de la categoría de «enfermedad» (este no es el lugar para desarrollarlo). La cuestión, entonces, viene a ser: ¿por qué escoger «trastorno» en lugar de «locura» o «psiquiatrización»?

Trastorno / locura. Identifico el «trastorno» como la forma sociocultural que adopta la locura en nuestra sociedad. Diría que estamos en la época de los trastornos como forma de locura. En el DSM (el manual que clasifica las formas actuales de la locura) está repleto de «trastornos». El trastorno es el lenguaje en el cual se expresa actualmente la locura. Por supuesto, se siguen utilizando los términos «loca» y «locura». Pero se nos diagnostica con trastornos y, además, estos son cada vez más numerosos (constituyen construcciones socioculturales, lo que no invalida ni un ápice su realidad).

Trastorno / psiquiatrización. Mientras que la locura me parece un concepto más transversal y transcultural que el de trastorno, con el de psiquiatrización sucede lo contrario. Se me queda corto. Me parece que es una condición particular, más restringida y vinculada a la relación de la persona con el sistema psiquiátrico. Únicamente contempla a la persona trastornada en su relación con dicho sistema. Y, por tanto, identifica a este como el elemento opresivo. A mi juicio, esto es demasiado parcial porque pasa por alto que la estructura de opresión no es el sistema psiquiátrico en sí mismo ni por sí mismo sino un elemento más amplio: el cuerdismo.

 

2. EL CUERDISMO Y EL PSISTEMA

Las personas trastornadas y, especialmente, las psiquiatrizadas en lucha (politizadas) están muy cabreadas con la psiquiatría y los profesionales de la salud mental. Lo que se ha popularizado en denominar el psistema (expresión original, si no me equivoco, de Fran Baeza) les ha tratado un poquito mal. Nos hemos sentido maltratadas. Atadas a camas sin justificación, humilladas, sobremedicadas, poli-diagnosticadas, tratadas como enfermas, nuestros discursos han sido invalidados, nuestras familias se han posicionado en nuestra contra bajo una alianza con la hegemonía de los profesionales de la psiquiatría… Podría continuar, pero la lista es demasiado larga. Los testimonios de las compañeras pueden llegar a ser muy duros. Pero como somos locas, no se nos hace mucho caso. Resulta impresionante cómo, desde el cuerdismo, todas las violencias del psistema se justifican como normales, como actuaciones «por tu propio bien». Todo ello habitualmente desde un absoluto desconocimiento. No me cansaré de repetir que no es ni medio normal que en un hospital exista una planta que sea cerrada bajo llave, que existan los ingresos forzosos, que aten a personas a la cama sin justificación (yo lo he visto), que se obligue a tomar la medicación… ¿Os imagináis algo similar en una unidad de oncología? ¿No? ¿La diferencia no os hace sospechar que la unidad de psiquiatría es más que una unidad de cuidados y tratamiento?, ¿no os sugiere más bien un espacio de contención de personas «indeseables» para la sociedad? ¡Ojo!, digo para la sociedad. Y con esto voy al meollo del asunto.

Se encierra a personas indeseables para la sociedad, se las contiene de diversas formas (mecánica -atar a la cama-, pero también química -consumo de psicofármacos fuera del hospital, y terapéutica -incorporar los valores normativos sociales mediante una reeducación). Todo esto sucede por motivos que trascienden al psistema. Ocurre porque existe una estructura de opresión que podemos denominar cuerdismo. Se podría desarrollar muchísimo este concepto y, de hecho, el compañero argentino Alan Robinson está trabajando en un libro sobre el cuerdismo. Aquí meramente me referiré a él como el modelo conductual y de pensamiento que se considera adecuado a la normalidad y a la normatividad sociales de acuerdo con la razón o la razonabilidad. Todo aquél modo de sentir, pensar, vivir o experimentar que se desvía de dicho modelo, que es hegemónico, es considerado como desviado de la cordura: loco y, concretamente, trastornado.

En una ocasión una psiquiatra me la coló. Me dijo que yo tenía un trastorno de personalidad porque me hacía daño a los demás y a mí misma. Pensándolo mejor… lo cierto es que más bien me desvíe del modelo social hegemónico que dicta lo que es la cordura. La diferencia entre una y otra definición no es poca cosa. En la definición de la psiquiatra no existe más que una responsabilidad individual (la mía) y un implícito cuerdismo. En cambio, si se acepta mi formulación pensamos en términos relacionales y no individuales. En una relación de opresión. Del cuerdismo sobre la persona loca o trastornada. El cuerdismo, hegemónico, expulsa a la trastornada. Esta es un residuo del que debe desprenderse… o, al menos, reciclarla.

 

3. LA TRASTORNADA: ENTRE LA BASURA Y EL RECICLAJE

La persona trastornada tiende a ser expulsada por la sociedad. No es de extrañar que aquellas personas a quienes la locura les resulta ajena no tengan prácticamente ni idea de lo que ocurre en las plantas de psiquiatría. Sí, los TEC (Terapias Electro-Convulsivas) son todavía legales y se practican. Antes de iniciar mi proceso de psiquiatrización, como muchísima gente que vive en la ignorancia cuerdista, pensaba que estaban ya prohibidas, que eran cosa del pasado. Pues no, y conozco a varias personas que han sido sometidas a tal «terapia» (por no decir «barbarie»). En fin. El caso es que el imaginario cuerdista se representa la locura como algo asociado a la peligrosidad (son personas que pueden hacerse daño a sí mismas o a otras personas) y, por transitividad, a la criminalidad (¿os habéis dado cuenta de qué sencillo es utilizar, a las primeras de cambio, el comodín de «trastornado mental» cuando se habla de crímenes en los noticiarios?). Nadie sabe muy bien qué ocurre en las plantas de psiquiatría, pero si están encerrados bajo llave es «lógico» porque se pueden «escapar» ya que «no saben que están ahí por su propio bien», no razonan… En fin. Todos los lugares comunes del cuerdo «de a pie». Ese que no ha tenido contacto con un loco en su vida. (Por cierto, aunque tampoco es aquí el lugar para desarrollarlo, no es lo mismo conocer a una persona psiquiatrizada que a una persona loca o trastornada -y orgullosa. Pero tenía que mencionarlo).

¡Qué más da lo que suceda en esas misteriosas unidades de agudos o en los hospitales psiquiátricos! Lo importante, según el pensamiento cuerdista, es que están controladas y no representan un peligro para la sociedad. Están en el basurero psiquiátrico. Algunas locas serán crónicas y no tendrán remedio. Pero a otras se les da esperanzas y se les dice que pueden gozar de una «buena calidad de vida». Esto es: ¡pueden ser recicladas!

Os imagináis quiénes serán los encargados de intentar este reciclaje… Los profesionales «psi». Para eso existe también el psistema, ¡por supuesto! Mis casi dos años en un Hospital de Día me ha hecho ver cuándo se consideraba que una persona estaba «recuperada» para ser dada de alta. O bien había obtenido una incapacidad permanente (el reciclaje había fracasado pero el psistema lograba garantizar que la persona tuviera cubiertas ciertas condiciones materiales de vidas con una pensión lo más digna posible…), o bien había conseguido reinsertarla al mercado laboral.

 

4. TRASTORNARIADO Y SUBJETIVIDAD NEOLIBERAL

Ya he comentado en alguna otra entrada una de las contestaciones preferidas que recibí del coordinador del Hospital de Día al que asistí durante casi dos años. En ocasiones yo trataba de hablar de neoliberalismo con él en las sesiones grupales, aunque nadie solía enterarse de nada y no podía hablar «en condiciones» con él. Pero en una ocasión le planteé una cuestión breve y directa: «Entonces, esto es una fábrica de sujetos neoliberales«. Y él, con total naturalidad, asintió. «Claro, es el margen en el que nos movemos» (no son las palabras exactas, pero vino a decir algo por el estilo). Pues muy bien… no sé si este hecho perjudicó todavía más mi (todavía a día de hoy) fracasada recuperación. Lo cierto es que siempre he estado convencida en el vínculo entre el cuerdismo y la subjetividad neoliberal. He tratado esta cuestión en varias entradas del blog:

La dimensión revolucionaria de la locura. Más allá de la lucha contra el estigma.

¿Qué tipo de activismo loco queremos? ¿Defensa de Derechos Humanos o transformación social?

Antipsiquiatría y trastornariado

No voy a repetir aquí de nuevo lo que ya he dicho en otros escritos. La idea fundamental es que las subjetividades trastornadas se desvían de la subjetividad neoliberal. Y, en este sentido, pueden considerarse una grieta social desde la cual vislumbrar un nuevo modelo social. Con otros valores, otras prácticas, otros vínculos… Por ello es importante desarrollar una estructura de Apoyo Mutuo autogestionada por personas trastornadas. Una estructura no institucionalizada, que opere al margen, como una cultura contra-hegemónica. Aquí es cuando la noción de trastornariado completa su sentido. La analogía con la expresión de proletariado no es casual. Considero que el trastornariado es un agente social que, si lleva a cabo esa estructura contra-hegemónica, estaría dinamitando la propia sociedad capitalista. De ahí que el trastornariado no pueda permanecer invisible de cara a otros colectivos con aspiraciones de transformar el modelo social. Debe hacerse visible y trabajar mucho. Porque hasta el momento está siendo ignorado. Y, sin embargo, no me cansaré de repetir que la psiquiatrización y la psicologización (convertir problemas colectivos, sociales en problemas invidivuales, personales) es una de las estrategias neoliberales por excelencia para despolitizar a la población, a las trabajadoras en general.

Porque el movimiento loco no puede limitarse a algo así como una mera defensa de los derechos de los psiquiatrizados, ni a una «humanización» del trato en el psistema. El movimiento loco puede y debe aspirar a algo más: a construir una práctica. Una práctica contra-hegemónica que sea compartida por todas aquellas otras personas oprimidas. Y sostengo que esto únicamente es posible desde los movimientos en primera persona y en modo alguno mediante el activismo profesional. Cuestión esta última que podemos dejar para futuros debates.

He sintetizado muy brevemente lo que el trastornariado significa ahora mismo para mí. Espero que os sintáis libres para criticarlo, sugerir, preguntar, matizar, echarlo abajo, debatir… lo que sea. Creo que únicamente nosotras, desde abajo, podemos cambiar las cosas. Invitadas quedáis. Un abrazo loco.



Categorías:Reflexión política

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28 respuestas

  1. A esta altura debo ser el fan numero 1 d ela Antropologa trastornada. Primero quiero valorar y destacar aquellos aspectos politicos de tu publicación que me parece la hacen vanguardista para el pensamiento decolonial, cultural y politico del siglo XXI.

    Nunca había pensado en la poli – diagnosticación. Sencillamente me parece una herramienta genial, dado que con un solo concepto podemos resumir una experiencia desde nuestra propia posición ideologica y trastornada. Quiero decir que nos das un concepto que nos sirve para nuestra propia y legitima defensa. Si un psiquiatra es ambiguo al entregar el diagnostico o cambia el diagnostico del psiquiatra anterior, nos está poli – diagnosticando, lo cual deja en evidencia el caracter seudo cientifico e ilegitimo de su practica.

    Lo mismo me sucede con el concepto de reciclaje. Otra herramienta que ayuda a la csociedad en general a defenderse de los servicios narco terapeuticos. Creo que una persona declarada incapaz, también es un producto reciclado. La perona que usa eventualemnte una droga psiquiatrica autoprescribida, para dormir tambien es un producto reciclado. Hay usuarias, ex usuarias, sobrevivivientes, pacientes, trastornadas, locas, discpacitadas y recicladas.

    Estas categorías ayudan a darle un “diseño” a una “cosmovisión de la locura” Creo que el trastornariado debe alejarse lo maximo que pueda de la influencia marxista que a esta altura ha sido coptada por el colonialismo. Por eso me acomoda mas la idea de diseñar una cosmovisión que construir una estructura (Marxismo)

    Tengo diferencias con esta opinión: “El trastorno es el lenguaje en el cual se expresa actualmente la locura.”

    Opino que el trastorno es el lenguaje científico con el que se expresa la narco terapia (terapias y psiquiatria). Siento (y quizas mi sentir sea sesgado dado que soy artista) que el “arte es el lenguaje en el que se expresa actualmente la locura”. Considero que trastornar la narco terapia es una de las tareas del trastornariado.

    El simple concepto de trastornariado, es una forma de recuperar los cuerpos, porque es un concepto politico. Quienes somos parte del trastornariado somos como Robin hood, le robamos un concepto a la naroc terapia, para entregarlo a las locas. O sea, politizamos un concepto sanitario.

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    • Buen descubrimiento este blog.
      Estoy de acuerdo contigo Alan, sin que sirva de precente :). La ventaja de Locura es que la definimos los locos, la vivimos, la interpretamos, creamos nuestra cultura…. Lo de Trastornariado tiene su punto como herramienta politica para que se identifique con ‘nuestra’ lucha casi todo aquel que tenga mente y se sienta jodido. Por resumirlo malamente, la locura es algo activo, potencialmente creativo, el trastorno se antoja mas bien algo pasivo. Trastornariados del mundo unios y abarazad la locura!
      Lo de Polidiagnosticada creo que lo parió Patricia Rey Artime hace tiempo.
      Martin

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      • El uso de la palabra trastorno sería resignificado políticamente. Es similar a lo que hizo la teoría queer con este término, que inicialmente era despectivo y se lo apropio resignificándolo y neuralizando, así, la carga simbólica opresiva.
        Esa es la idea.
        Pero loca también soy. Lo que no veo es que se consiga articular un movimiento político con el lenguaje artístivo. Ahí Alan y yo tenemos que discrepar. O argumentarnos para ver si es posible una síntesis. Esto último sería lo ideal.

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        • La pregunta sería, entonces ¿En que lenguaje se expresa hoy la locura? Desde una perspectiva loca, sigo creyendo que se expresa a través del arte, porque a los artistas, en su rol social, son a las unicas personas que se les permite expresarse locamente. En cambio los trastornados no logran expresar sus locuras porque si lo hacen, son psiquiatrizados.

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  2. Ummmm…. Un inciso..
    Los marginados locos o psiquiattrizados también existían en la URSS y países satelites.. Normalmente los criterios para encerrarlos eran un poco distintos a los del neoliberalismo, pero seguian cumpliendo su función de apartar y reciclar o terminar de tirar a la basura a todo aaquel que resultara. incómodo para el régimen. Por ejemplo, a los creyentes practicantes de las religiones monoteistas se les encerraba en psiquiatricos puesto que padecian un tipo de psicosis consistente en creer en un dios que no existía oficialmente. Eran medicados y “tratados” hasta que su “delirio” remitía.
    La psiquiatría ha servido para muchas cosas muy diversas a todos los regímenes políticos, especialmente a las dictaduras.

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    • Mucho se ha dicho sobre la psiquiatría, los manicomios, en la URSS, pero en este caso hay que ser muy cautos. Hay que distinguir la realidad de lo que ocurrió con la imagen dada por las campañas de agitación y propaganda llevadas a cabo por los enemigos del socialismo y los regímenes capitalistas. Algo bastante difícil de esclarecer.

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  3. Yo abrigo una sospecha. En nuestra sociabilidad urbana donde vivimos pegados unos a otros, sin intersticios, entrechocándonos todo el tiempo, falta espacio para que el trastornado pueda desplegarse a gusto. No es lo mismo un loco corriendo a solas por los campos que uno tropezando de habitación en habitación, perturbando al prójimo. En verdad todos terminamos siendo trastornados y trastornos, cada uno a su manera.

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  4. Me siento tan identificada con lo que escribes. Desde los 14 años que he estado en tratamiento, pasando por distintos psiquiatras y distintos diagnósticos. Trastorno de la personalidad, bipolaridad y hace 3 años TDM refractario a tratamiento (creo que hasta ahora, el más acertado) Con un intento de autolisis grave a los 14 y una crisis enorme a los 27 que se extendió hasta los 29. En donde la autolisis fue encubierta. Al punto de no poder levantarme ni para ir a trabajar, ni para comer. Sólo me levantaba para ir de fiesta todas la noches y borrarme. Estuve 6 meses con licencia médica y tuve que renunciar por la presión que ejercieron sobre mi. Ha sido un proceso duro. Vivía sola, mi familia está lejos y no les cuento mucho detalle para que no se preocupen por mi. Ahora tengo pareja estable después de 7 años, ya que sufrí violencia en mi relación anterior. No tengo motivo aparente para estar mal, pero aún así, la angustia se apodera de mi de vez en cuando. Vivimos juntos y tenemos planes de formar una familia. Pero vienen los autocuestionamientos…podrá una persona como yo, que a penas puede hacerse cargo de su vida a los 30 años, de cuidar de una criaturita que dependa completamente de mi? Cómo afrontaría el rol de madre con una depresión severa? En cada cosa que hago, soy muy autoexigente y no tolero la frustración. Estoy todo el día y gran parte de la noche haciendo cosas, porque los tiempos muertos son terribles. El dormir es un desafío, mi insomnio y los sueños vívidos son un calvario. Hace 6 meses que estoy con el famoso “California rocket fuel” con 15mg de Mirtazapina y 300 mg de Venlafaxina. Además de 300mg de Lamotrigina y 100 mg de Quetiapina. Tratando de desintoxicarme del Clonazepam. El psiquiatra me dice…”ya no sé cómo ayudarte, estás casi fuera de alcance terapéutico”, así que apostó todas sus fichas por este último tratamiento. Últimamente, lo único que quiero es dejar la terapia. Y si no lo he hecho, es porque me da terror ser una carga para mis seres queridos.
    Eres muy valiente en escribir desde tu experiencia. Creo que vale mucho más lo que se siente estar del lado del trastornariado que lo repetido por los psiquiatras que sacan de sus estudios o de lo que les aportan los laboratorios. Espero de corazón que sigas adelante.

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