Perfect Day

Sostengo una cuchilla en la palma de mi mano. Cierro la palma con suavidad mientras me miro en el espejo del baño. Mientras siento la ligera cuchilla dentro de mi puño cerrado, observo el reflejo de mi figura desnuda de cintura para arriba. Un cuerpo esbelto. Abro la mano. Cojo cuidadosamente la cuchilla con los dedos de la otra mano y la coloco sobre la superficie del lavabo. Desvío la mirada del espejo y la fijo en mi antebrazo.

En el tatuaje de mi antebrazo. Deslizo mis dedos sobre él. Hace tres años decidí hacerme este tatuaje mientras escuchaba en bucle una canción. Pongo en marcha el reproductor de CDs situado en la mesilla que hay junto al lavabo. Suena la voz de Lou Reed: Just a perfect day. Drink sangria in the park. And then later, when it gets dark, we go home[1]. Hoy es uno de abril y tiene que ser un día perfecto.

Hoy, uno de abril, se cumple un año desde que me desintoxiqué. Desde entonces no he vuelto a escuchar la melodía, que sigue sonando: Just a perfect day. Feed animals in the zoo. Then later. A movie, too, and then home[2]. Tiene que ser un día perfecto. Arrastro la cuchilla sobre la superficie para sostenerla entre los dedos. La contengo con extrema delicadeza. Conduzco la cuchilla por el antebrazo tatuado. Sin ejercer presión, sin dejar marca. Con el brazo estirado, muevo la cuchilla en sentido vertical, de arriba abajo. Con este movimiento, reproduzco la imagen tatuada. En breve, el día será perfecto.

Oh, it’s such a perfect day. I’m glad I spent it with you[3]. Justo al escuchar el comienzo del estribillo, aprieto con fuerza la cuchilla. Clavo el filo en mi piel, en la zona más cercana a la sangradura del brazo. Ahí nace mi tatuaje y termina más allá de la mitad del antebrazo. En tensión, mantengo el filo de la cuchilla clavada en el nacimiento del tatuaje. Me preparo para mi día perfecto. Incrusto la cuchilla en la piel coloreada.

Oh, such a perfect day, you just keep me hangin’ on, you just keep me hangin’ on.[4] Con la cuchilla hundida con fuerza en la piel, corto una a una las dos frases superpuestas dibujadas en mi antebrazo. Rasgo la piel tintada al tiempo que Lou Reed la canta. Con fuerza y sin titubear, recorro con la cuchilla la primera línea. Un corte alargado y tajante. La sangre tarda un instante en brotar. Después hago lo mismo con la segunda frase. La sangre se derrama sobre el lavabo. Abro el agua templada del grifo y coloco su antebrazo bajo ella. La sangre se borra, el tatuaje no. Todavía no es un día perfecto.

El día perfecto de Lou Reed continúa su melodía. Retiro mi brazo del agua y compruebo que los versos se mantienen visibles. Ya no atiendo al resto de la melodía. Vuelvo a perforar la cuchilla en el inicio de la primera frase y me rajo con más fuerza aún. El tejido de la piel se desgarra. Repito de nuevo el corte varias veces. Hago lo mismo con la segunda frase. La cuchilla deja múltiples rasgaduras alargadas. Heridas abiertas tachan los versos y la sangre chorreante los oculta.

La sangre y los cortes ocultan las palabras que me tatué cuando estaba enganchada a la cocaína. Pero hoy es uno de abril y ha pasado un año desde que me desintoxiqué. El reflejo en el espejo es el de una mujer esbelta con el antebrazo bañado en sangre. Cuando me hice el tatuaje, el espejo me devolvía la imagen de una chica extremadamente delgada y con mal aspecto. Hoy la cuchilla ha desgarrado la piel de ese tatuaje. Hoy es un día perfecto. La canción termina: You’re going to reap just what you show…[5]

 

[1] Solo un día perfecto. Bebemos sangría en el parque.  Y luego más tarde, cuando oscurezca nos iremos a casa.

[2] Solo un día perfecto. Alimentamos animales en el zoo. Y luego más tarde, veremos una película e iremos a casa.

[3] Oh, es un día tan perfecto. Me alegro de haberlo pasado contigo.

[4] Oh, es un día tan perfecto.  Tú me haces resistir un poco más. Tú me haces resistir un poco más.

[5] Solo recoges lo que siembras.



Categorías:Relatos

Etiquetas:,

3 respuestas

  1. ¡Hola! Vengo a darte la enhorabuena. Es un gran logro ese año sin consumir cocaína.
    Me era difícil comentar, porque no asoció precisamente hacerse daño físico con un día perfecto. Pero creo que tiene sentido tu planteamiento… Al menos como lo he entendido yo, como forma de diatanciarte de una actividad pasada que no quieres repetir. En fin, que cumplas muchos más 💛

    Le gusta a 1 persona

    • Hola Clara.

      En realidad, el relato es de ficción. Es verdad que la mayoría de mis textos han sido autoetnográficos, pero las últimas entradas son relatos de ficción (a excepción de la última «Un minuto en un box de Urgencias», que sí es autobiográfica).

      El mensaje es ese, sí. El dolor y borrar el tatuaje que la persona se hizo y que era un símbolo de la época en que consumía. Y quiso romper con ese pasado a través no tanto del daño en sí, sino intentando borrar el tatuaje (a pesar del daño). El texto juega también con la canción «Perfect Day», de Lou Reed. Cuya letra suele asociarse a la relación con la droga (aunque parece que habla de una chica o un amor)

      Muchas gracias por leerme y comentarme ❤

      Me gusta

      • Me ha parecido muy bueno el relato. Más fuerte que optimista, pero también. Voluntad de vencer, por mucho sufrimiento que eso conlleve.
        Visionarlo es brutal.
        Leo a veces tus artículos, tus opiniones, y me parecen muy interesantes. Reconozco que no tengo nivel para entender algunas cuestiones, pero eso se debe a carencias mías.

        Le gusta a 1 persona

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.