Ayer salió en diversos medios la triste noticia del fallecimiento de un joven en un contexto de intervención policial de cara a un ingreso psiquiátrico involuntario. Podéis ver dos versiones de la noticia en el ABC y en La Vanguardia. Podría cuestionarse el eufemismo «fallecimiento» cuando en realidad parecería que más bien se trata de una muerte provocada… Deberíamos reconsiderar la legitimidad de las intervenciones policiales en las urgencias psiquiátricas. Y, desde luego, cabría abrir el melón de los propios ingresos involuntarios.
Esta vez no hablaré yo. Dejaré que hable un loco del hospital de Gorizia, el famoso psiquiátrico en el que Franco Basaglia y sus compañeros quisieron practicar la antipsiquiatría hace ya unas cuantas décadas. Abrieron los pabellones, realizaban reuniones, asambleas, los pacientes no estaban uniformados, se fomentaba la vida en comunidad y las relaciones sociales entre pacientes… Al leer la noticia del joven muerto por haber sido reducido, he encontrado un claro paralelismo con el relato que hace Furio, el paciente de Gorizia, sobre la intervención policial en casos de «enfermos mentales» (no soy muy partidaria de esta expresión, pero es la que él utiliza). Dejaré, esta vez, la argumentación de esta entrada en las palabras de Furio:
Entrevistador: Es decir, que la sociedad es desmentida, en su concepción del enfermo tradicional, por el mismo enfermo y por los otros, cuando la comunidad consigue curaciones y demuestra al mismo tiempo que el enfermo no es peligroso.
Furio: Todo es posible, pero no llego a imaginar que un enfermo que sale de nuestro hospital pueda cometer un acto de violencia sin justificación. Discutimos acerca de uno de estos actos, cometido por un antiguo hospitalizado de otra ciudad. Yo di mi opinión, que fue compartida por diversas personas, enfermeros o enfermos: si se hubiese tratado de uno de nuestros enfermos, y si en el momento oportuno se hubiese reclamado la presencia de un enfermo, un médico o un enfermero que hubiesen tenido relación con él, no hubiera pasado nada- Me refiero a ese hecho reciente, usted lo recordará, que ha demostrado que los métodos del hospital psiquiátrico tradicional pueden llegar a matar a un policía. Entonces los artículos del diario dejaron entender muchas cosas. La mujer llamó por teléfono a la policía, diciendo: “Mi marido está muy agitado”. Le respondieron: “No podemos intervenir simplemente porque usted tiene miedo. Hace falta que su marido pase a los actos, en tal caso llámenos e intervendremos”. Poco después la mujer telefoneó: “Me ha amenazado con su revólver. Está armado y me está amenazando”. Entonces enviaron a ese policía que fue muerto. Se pensó que apenas llegó el policía el otro ya le había disparado, pero no fue así. El policía se presentó y habló en el rellano con la mujer y la hija del enfermo. Entonces entró y habló con el hombre, luego salió de nuevo, dejando la puerta abierta y dijo a la mujer: “Ahora está calmado, pero de todos modos nos lo llevaremos”. Sí, dijo estas palabras: “de todos modos nos lo llevaremos”.
Entrevistador: Y esto fue lo que exasperó al enfermo
Furio: Preciosamente. Por ello nosotros pensamos que, si en lugar del policía hubiesen mandado a un enfermero, otro enfermo o un médico que hubiesen tenido relación con él durante su hospitalización, el drama, a mi modo de ver, no se hubiese producido.
Entrevistador: Es cierto. No habrían provocado la violencia que este hombre llevaba en sí mismo, tal vez por razones relacionadas con su familia, por otra parte.
Furio: Yo opino que un policía no está calificado ni tiene los requisitos y la preparación necesarias para discutir con un enfermo.
Entrevistador: Y también hay que tener en cuenta el contenido de la frase, admitiendo que haya sido pronunciada de este modo, o poco menos, lo cual no admite dudas puesto que por lo general se cree que el enfermo es una cosa.
Furio: Evidentemente: “Nos lo llevamos”, como si se tratara de un mueble.
Categorías:Reflexión política
Mi hija con 13 años fue reducida por la policía, tirada al suelo y pisada. Como si fuera un trofeo de caza. Han pasado años y aún sigo con el trauma que me produjo dicho acto. Ella , Mi hija, tiene diagnóstico de retraso mental y autismo y tanto en psiquiátricos como en la sociedad ha sufrido violencia y brutalidad. Estoy horrorizada e indignada por las experiencias vividas.
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Horrible. Es que no puedo decir más. Esto no debería suceder nunca.
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Estoy totalmente de acuerdo con la reflexion de Furio. No obstante, quiero plantear algo. Hay veces en las que uno puede actuar de determinadas maneras no porque lo elija, sino porque sus pensamientos interfieren en la capacidad de seleccionar aquellas opciones que les puede resultar mas favorables para su vida. En estos casos necesitamos especialmente la presencia de gente que nos cuide y que nos sepa cuidar, porque no son casos habituales y lo normal es no estar preparados para ello. La realidad actual es que en el sistema psiquiatrico nuestro ni nos saben cuidar ni nos terminan cuidando. Pero a falta de tener en la calle o en el hogar a personas que puedan hacer una funcion cuidadora, que es lo habitual, ¿no se hace necesario ingresar, aunque uno no quiera porque pueda estar asustado o no sepa que hacer con su vida? Creo que, como he dicho, la fuerza no es el camino, pero a falta de cuidadores la unica opcion actual es el ingreso. Puestos a pedir pediria que se me convenciera o incluso, que se me mintiera, nunca que se utilizara la fuerza y que los hospitales cumplieran con su labor de cuidar, pero que se haga realmente algo porque me invade el sufrimiento y no se que hacer.
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Me ingresaron como 5-6 veces y casi me matan inyectandome xeplion, no he hecho daño a nadie ni a mi mismo porque lo hicieron? No puedo denunciar porque me dirian que es una denuncia temeraria seguin el colegio de abogados de barcelona
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