¡He comenzado a comprender el camino hacia mi «recuperación»!
Estoy leyendo un libro brillante: Otra mirada al sistema de salud mental, elaborado por XarxaGAM y Hugo Rojo (xarxagam.org). Una obra que toda loca-psiquiatrizada debería estudiar y asimilar. Y que toda persona que habite esta sociedad debería poseer. Porque todas estamos en riesgo de psiquiatrización y su lectura es un perfecto tratamiento preventivo.
¿Por qué considero que todas estamos en riesgo? Quienes me conocen bien (en persona, en las redes o mediante este blog) seguramente estén hartos de mí… Pero no me canso de repetirlo. Una estrategia neoliberal fundamental es la individualización de problemas sociales. Y que el método por excelencia para conseguirlo es el proceso de medicalización. Especialmente la psiquiatrización y psicologización.
MEDICALIZACIÓN: consiste en convertir ciertos sentimientos, conductas, (e incluso ideas) en problemas médicos. Sentimientos y conductas que previamente no requerían un tratamiento médico. Simplemente porque no se consideraban enfermedades, y se «trataban» en otros ámbitos (en la familia, en la militancia política, en la Iglesia…).
PSIQUIATRIZACIÓN Y PSICOLOGIZACIÓN: formas específicas de medicalización vinculadas al tratamiento psicofarmacológico o psicoterapéutico del «problema». Este suele identificarse como un trastorno o enfermedad mental. A veces ni siquiera hace falta la apariencia de enfermedad. Por ejemplo, al acudir a un tanatorio, ¿qué podemos hacer para ayudar a la viuda cuyo marido acaba de morir? Sí, la acompañamos… pero si se toma un ansiolítico, ¡mucho mejor!, ¿dónde va a parar?
¿Efectos secundarios? Esta vez os lo digo cantando: Loca de resignación toma su medicación contra la revolución.
El principal efecto es la despolitización. ¡No os asustéis! Esta vez no voy a insistir en el potencial revolucionario de la locura, ni tampoco voy a continuar reflexionando sobre la necesidad de elaborar un discurso para el «trastornariado». Y si no me has leído nunca y tienes curiosidad por mi perspectiva (en construcción y que voy formando «dialogando» con vosotras por aquí), te invito a visitar alguna de estas entradas anteriores:
La dimensión revolucionaria de la locura. Más allá de la lucha contra el estigma.
Asco y miedo en “Las Loqueras”. Volando sobre la burocracia psiquiátrica.
¿Qué tipo de activismo loco queremos? ¿Defensa de Derechos Humanos o transformación social?
Sin embargo, el libro de XarxaGAM me ha ayudado a reconocer otro efecto secundario. O, mejor dicho, a percibir desde otro ángulo y en otra dirección el mismo efecto despolitizador. Porque el contenido de lo que leo estaba también en mi cabeza. A medida que avanzo la lectura no hago sino reconocer mi propia perspectiva sobre la psiquiatría. Por supuesto, en el libro está todo más estructurado, sistematizado y elaborado que en mi mente. Yo soy una recién llegada que hasta hace unos meses desconocía la existencia de los GAM (Grupos de Apoyo Mutuo), del activismo político en salud mental, del reciente impulso de la perspectiva «en primera persona«, etc. Y me queda mucho por aprender, leer, reflexionar… y, sobre todo, hacer. Pero también soy nueva en sufrir el proceso de psiquiatrización en mi piel. Ya he contado en otros escritos que mi malestar psíquico me acompaña desde la pubertad, que ya a los dieciséis años tuve mi primer contacto con un psiquiatra y a esa edad ya me recetaron antidepresivos. La mejor síntesis de mi biografía «psíquica» y clínica la encontraréis en: ¿Mi trastorno? Se etiqueta como TLP, tú llámalo como quieras, yo no entiendo nada.
Pero el auténtico proceso de psiquiatrización comienza con mi intento de suicidio en abril del 2016 (Nacer por segunda vez: experiencia autolítica narrada en primera persona). Desde ese momento empieza mi psiquiatrización. De la UCI a la planta de Psiquiatría, y de allí directa a una terapia diaria en un Hospital de Día durante casi dos años. Entre medias, casi me mato otra vez: UCI, agudos y vuelta «como si nada» al Hospital de Día. Me impliqué en la terapia, de veras. Yo quería «recuperarme». Participé activamente y me llevaba deberes a casa, donde seguía dándole vueltas a los temas trabajados en las sesiones grupales o en mi semanal cita individual. Sin embargo, cada vez estaba peor, mis síntomas se agudizaban, el malestar me desbordaba… y acabé enganchada a la cocaína, ¡exigiendo mi alta voluntaria! (ellos no me querían dar de alta, a pesar de las mentiras que figuran en mi informe de alta), ¡pidiéndo que reconocieran que no sabían ayudarme!, suplicando mi «libertad hospitalaria»…
¿Os preguntáis por qué no dejé de ir sin más y que ellos me dieran el alta posteriormente? Porque, como buenos burócratas psiquiátricos, yo soy un mero número para ellos. Dejar de ir significaba que no reconocieran que habían fracasado conmigo. Pero conseguir el alta voluntaria significa un fracaso estadístico para ellos. Dar de alta a una paciente «no recuperada», más medicada que cuando entró, enganchada a la cocaína, totalmente hundida… ¡eso no podrían permitírselo! Me pregunto hasta qué punto un burócrata psiquiátrico no puede permitirse «conceder» el alta voluntaria a una persona destrozada. Algún día descubriré qué pierden con ello… ¿subvenciones?, ¿posicionamiento frente a otros Hospitales de Día? A mí sí me importa que en mi informe mientan sobre ello y, además, me tomen por tonta intentando despistarme con un juego de palabras, según el cual «La paciente expresó su deseo de ser dada de alta en lugar de pedir el alta voluntaria«. En el informe hay más mentiras, pero esa es la que me provoca más ira, más desconfianza en el sistema psiquiátrico. Estaba tan hundida que no pude peleear más por un informe limpio. Esta es la punta de un iceberg de engaños, mentiras, desprecios, desatención cuando yo pedía ayuda explícitamente. A la par que descubrí una trama corrupta, y les indiqué que estaba al tanto de prácticas ilegales y denunciables (que no tenían que ver conmigo).
Sé que ellos están leyendo esto. Así que aprovecho para comentaros algo: lo siento, pero continúo viva y esto no se va a quedar así. Nos veremos en algún juicio… que estoy segura de que voy a ganar aunque vosotros juguéis con ventaja. Sabéis que puedo ganarlo, que habéis cometido fallos que justifican una demanda en toda regla. Las reclamaciones también os las haré llegar, pero serán el aperitivo de mi objetivo: hacer justicia.
Pero todavía estoy débil… Y esto es lo que la lectura del libro de XarxaGAM me ha aportado. Me ha puesto a mí misma en el punto de mira. De pronto he comprendido que hasta ahora reflexionaba sobre la dimensión política de la locura «a gran escala». Y este olvido de mí misma como persona psiquiatrizada me impedía ver claramente cómo puedo recuperarme.
Para ello he necesitado comprender a fondo que mi primera tarea es identificar de qué modo NO PUEDO RECUPERARME. Y esto es imposible si continúo perpetuando mi condición de psiquiatrizada, manteniendo la esperanza en terapias institucionalizadas. Porque el proceso de psiquiatrización ha sido parte de mi problema: ha sido responsable de que mi salud empeorara. Y sí, también de que casi me volviera a matar. Burócratas psiquiátricos y psiquiatras ingenuos: ¡no podéis escudaros en el comodín de la transferencia y la contra-transferencia, ni en resistencias a la terapia! No, porque las resistencias ya las superé… Me impliqué tanto en la terapia que identifiqué su funcionamiento y en qué consiste su (aparente) «eficacia». He estado mucho tiempo preguntándome «¿Pero por qué yo?, ¿por qué no me ayudan?, ¿qué pasa conmigo?». Otras pacientes siguen psiquiatrizadas, medicadas, pero no han empeorado como yo. Han podido darles el alta por «recuperación». ¿Por qué yo no?
¿Por qué YO no? ¡Al fin lo entiendo! El primer capítulo del libro se estructura mediante preguntas dirigidas a la lectora: me interpelan directamente. Me obligan a enfocarme en mí misma como encarnación de la psiquiatrización. Un planteamiento magistral. ¡Gracias compañeras! Mi recuperación dentro del sistema psiquiátrico era imposible. ES IMPOSIBLE. Porque no incorporo su discurso, su interpretación, sus esquemas mentales. Me he empeñado en comprenderlo, y en profundidad. Pero lo que fallaba era mi (entonces implícita) predisposición politizada.
Mi psiquiatra solía reprocharme: «¡Es que tú siempre niegas lo que te decimos!, ¡siempre dices que no! Mientras que los demás pacientes admiten nuestros comentarios desde el principio». Él mismo me estaba explicando, implícita y probablemente no intencionadamente, el motivo de mi empeoramiento. Y del fracaso terapéutico. Yo no niego «porque sí» sus interpretaciones. Necesito convencerme de su validez, tengo que ser yo misma la que acepte y decida incorporar ese discurso, esa perspectiva… ¿Por qué soy así? No lo sé. Quizá debido a que estudiar filosofía y antropología me convierten en una pesadilla de paciente. Quizá porque desde adolescente me niego a ser domesticada. Quizá porque, como vosotros decís, necesito tener el control de las situaciones. Estas auto-reflexiones sé que ya no me llevan a ningún sitio…
Lo fundamental es que soy una psiquiatrizada difícil de domesticar, quizá por ello les dijiste a mis (ex)compañeros que yo era «inabordable». Cuando dejé la terapia me hundí mucho más. Me sentía un caso perdido, una paciente difícil que nadie iba a conseguir ayudar. Al mismo tiempo, sentía una ira brutal hacia aquellos burócratas psiquiátricos. Y me negué a tolerar tantas injusticias. Esto me ayudó a querer seguir viviendo: la rabia y la necesidad de que esto no quede así. Hace poco, una amiga me decía que «no tendría que haber dejado que ellos ganaran la batalla». Ella no sabía que en aquél momento mi vida estaba (literalmente) en juego y que la batalla todavía no ha terminado. Pero, desde luego, con ellos no me voy a recuperar. Comparto la tesis antipsiquiátrica que XarxaGAM expresa tan bien:
«el papel de la psiquiatría no puede entenderse sino como el de la policía de la mente: persiquiendo a disidentes y naúfragos de la racionaliad capitalista» (pág. 51).
Mi recuperación únicamente es posible saliendo del sistema psiquiátrico, al que me gusta denominar «laberinto de muros invisibles». Ese es el primer paso. Solo el comienzo pero no resulta sencillo. Ya veremos cuáles serán los siguientes pasos… Pero intuyo que caminaré acompañada de iguales. Soy también una psiquiatrizada en lucha.
¡Muchísimas gracias a XarxaGAM!
Además, el momento en el que se publica y comienzo su lectura no podían ser más oportunos. Justamente ahora necesitaba leerlo, y precisamente hoy puedo utilizarlo. Si hubiera caído en mis manos hace un año, su lectura habría sido estéril. Por aquél entonces no estaba preparada todavía. Hoy sí. Por fin siento que comienza mi recuperación.
Categorías:Auto-reflexión, Reflexión política
Talvez, y disculpa mi comentario porque desconozco tu historia, lo justo sea el término medio, tú que como yo eres de filosofía…también la antipsiquiatría tiene “gurús” de los que es conveniente dudar…perdona mi atrevimiento.
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La recuperación será con otras compañeras, en grupos entre iguales. Hay varios modos de concebir y practicar la antipsiquiatría.
No te disculpes, puedes comentar con total libertad.
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La obligación principal de uno que esté en la cárcel es salir de ella (incluso escapándose). La obligación de una persona psiquiatrizada es despsiquiatrizarse; “salir del sistema psiquiátrico”, con todo lo que esto significa. Si no lo haces, la iatrogenia de comerá.
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Para mí das aquí con el planteamiento correcto: “”De pronto he comprendido que hasta ahora reflexionaba sobre la dimensión política de la locura “a gran escala”. Y este olvido de mí misma como persona psiquiatrizada me impedía ver claramente cómo puedo recuperarme.”” Eso me alegra especialmente.
Por cierto una vía de despsiquiatrización, que es siempre de politización (en cuanto es ruptura con la vía oficial biomédico-capitalista de falsa recuperación en forma de cronificación) se halla en xarxagam.org, y es precisamente ésta: http://willhall.net/files/GuiaReducciondelDanoDiscontinuaciondeDrogasPsiquiatricas2EdOnline.pdf
Tiene muy buena pinta el folleto, pero que muy buena. Claro, que con el folleto sólo no hacemos nada. Es absolutamente necesario un entorno, una orientación… llámalo como quieras. Te lo dice un des-psiquiatrizado.
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Alguien hace un tiempo, me hizo conocer a XARXA GAM GRUP,S DE AUTOAJUDA, en una charla- asamblea en el otrora CSO CAN VÍES, de barcelona, dónde una cosa me llamó sobre todo la atención, por primera vez escuché a compas del colectivoen 1ª persona, sin mas posibles valga el apunte a quién le valga. HABLABAN DE MODELOS DE GAM, DESDE LA HORIZONTALIDAD, ENTRE PARESY CON CLARAS CONNOTACIONES HACIA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL DEL COLECTIVO DE LOCXS,. DEJANDO ATRÁS, LAS DINÁMICAS “BUENRROLLISTAS2 DE TANTO GAM, WEB, BLOG ASOCIACIÓN Y DEMÁS QUE BAJO NINGÚN CONCEPTO NI APARENTE RAZÓN, PLANTEABAN UN DISCURSO DE APOYO MUTUO /POLITIZADO Y DE AVANCE COLECTIVO.
P.D. NO SÉ SI ME LO PASÓ ALGIEN DE PRIMERA VOCAL O LOCOMUN. LO MISMO AMBOS DOS.
BRAVO POR TÍ ELENA ME ENCANTARÍA LEER EL LIBRO DEL QUE HABLAS EN TU ENTRADA… PINTAZA !!! DEJO LINK DE UN TEMA QUE A MÍ ME RESULTA ESCLARECEDOR JUNTO A TUS ARGUMENTOS https://www.youtube.com/watch?v=kBVe8cLKSzQ
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Exhausta, aislada y temerosa. Alguien me acompaña?
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¿Acompañamiento virtual?
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